Todas las etapas del embarazo, preconcepción, gestación y lactancia son muy especiales e implican unas necesidades nutricionales exigentes por parte de los futuros papás. Cada persona puede tener requerimientos específicos, pero hay una serie de nutrientes que pueden ayudar a disfrutar de una concepción saludable como son el ubiquinol, el omega-3, los probióticos, hexafosfato de inositol, mio-inositol y minerales como el zinc y el selenio.
El consumo de una dieta saludable es vital en todos los momentos de la vida, pero cuando hablamos del periodo preconcepcional, embarazo y lactancia su importancia es aún mayor para garantizar la salud maternofetal y del neonato. Hay que tener en cuenta que es necesario establecer una dieta variada con una ingesta adecuada de nutrientes y micronutrientes que aseguren que no haya déficits que puedan afectar al feto, aumentar la posibilidad de parto prematuro o complicaciones para el bebé. Un estado nutricional adecuado va a ayudar a que, tanto el proceso de gestación como el de embarazo y lactancia sean lo más seguros para la madre y el recién nacido.
Preconcepción: ubiquinol, probióticos, zinc, selenio, hexafosfato de inositol y mio-inositol
La etapa previa a la concepción es clave para la salud futura del bebé y de la mamá. Cada vez es más común que mujeres y parejas tengan problemas de fertilidad que impidan o dificulten el embarazo, lo que pone aún más el foco en la dieta y en la necesidad, según el caso, de ayudar tanto al hombre como a la mujer con nutrientes específicos y unas pautas de vida saludables que favorezcan la fertilidad.
La evidencia científica ha puesto de manifiesto que el ubiquinol, la forma activa y reducida de la coenzima Q10, que el cuerpo absorbe directamente (a diferencia de la ubiquinona, la forma oxidada), puede ayudar tanto a hombres como a mujeres durante la preconcepción. En el caso de los hombres, puede mejorar los parámetros de calidad del semen tanto en densidad, motilidad, cantidad y morfología (1,2). En el caso de mujeres jóvenes con reserva ovárica disminuida se ha observado que durante el pretratamiento puede favorecer la respuesta ovárica y la calidad del embrión(3). También se ha visto que en mujeres con ausencia de menstruación (amenorrea) es una ayuda para incrementar las hormonas reproductivas (hormona luteinizante y folículo-estimulante)(4).
Siempre hay que prestar mucha atención al estado de la microbiota intestinal (el denominado segundo cerebro) tan importante para la inmunidad y para otras muchas actividades fisiológicas y de protección, que permiten un correcto funcionamiento del organismo. La amplia investigación que se ha desarrollado en los últimos años ha puesto de manifiesto que la microbiota puede influir tanto en la fertilidad como en el desarrollo del embarazo, la gestación, la lactancia y las primeras etapas de vida del bebé.
Una de las infecciones vaginales que son más frecuentes en las mujeres en edad fértil es la vaginosis bacteriana (VB), lo que provoca un desequilibrio de las bacterias en la vagina. Esta infección hace que los lactobacilos disminuyan en número y sean sustituidos por otras bacterias como Gardnerella vaginalis y/o Atopobium vaginae. Estos microorganismos responsables de la vaginosis son la causa de muchos casos de infertilidad al actuar de forma negativa sobre el esperma y sobre la implantación del embrión. También se ha comprobado que una microbiota vaginal anormal puede estar asociada a una baja fertilidad de la mujer(5). La opción de enriquecer la dieta con un complemento de probióticos de calidad con cepas patentadas, puede ser una magnífica elección para tener una microbiota saludable y ayudar a la concepción.
Minerales como el zinc y el selenio cumplen una función importante en el organismo en la etapa preconceptual, especialmente en el hombre. Una deficiencia de zinc puede estar vinculada a una alteración de la espermatogénesis, un déficit de hormonas sexuales y a un mayor estrés oxidativo e inflamación(7). También se ha observado que mejora la calidad del semen y aumenta las probabilidades de fecundación en parejas bajo tratamiento de fertilidad(8). La deficiencia de selenio puede afectar a la producción de espermatozoides. Este mineral tal importante favorece la viabilidad de los espermatozoides y puede ayudar a aumentar el tamaño, el peso y la circunferencia del testículo(9). Si se necesita enriquecer la dieta con zinc o selenio, la mejor opción es elegir sus formas orgánicas con una mayor biodisponibilidad y absorción.
En el caso de la mujer hay otros dos nutrientes muy beneficiosos que le pueden ayudar a restaurar la actividad ovárica como son el hexafosfato de inositol y el mio-inositol. La evidencia científica ha puesto de manifiesto que pueden mejorar la fertilidad en mujeres con ovarios poliquísticos y el funcionamiento del eje reproductivo, ya que ayudan a reducir el estado hiperinsulinémico que afecta a la secreción de la hormona luteinizante (LH) (10,11,12,13).
Si es necesario mejorar la dieta en esta etapa tan especial es importante apostar siempre por complementos alimenticios de calidad, con evidencia científica propia que nos garanticen la seguridad que se requiere en un momento vital tan significativo.
Gestación y lactancia: omega-3, DHA y probióticos
Durante la gestación, el desarrollo embrionario y la lactancia el estado de salud de la madre es clave. Nutricionalmente es una etapa muy exigente. El omega-3 (en su forma EPA y DHA) es un nutriente esencial.
Este ácido graso poliinsaturado, que nuestro organismo necesita para funcionar correctamente y que solo podemos obtener a través de la alimentación, tiene un efecto positivo sobre la salud de la mujer, el feto y el bebé. Además, los estudios han puesto de manifiesto que las concentraciones fetales de omega-3 están determinadas directamente por la ingesta materna que se deriva a través de la placenta(14). Una de las preocupaciones más comunes durante el embarazo es el riesgo del parto prematuro, los ácidos grasos omega-3 ayudan a reducir este riesgo, son un apoyo para que el bebé tenga un buen peso al nacer. Un metaanálisis(15) mostró que el riesgo de alergia y eccema en bebés y niños pequeños puede reducirse si las madres toman complementos de probióticos y de omega-3 durante el embarazo y la lactancia.
Otro aspecto en el que los ácidos grasos omega-3 pueden ejercer una acción favorable es en el alivio de la ansiedad que a muchas mujeres les produce las etapas tempranas del embarazo(16). Además, el ácido graso poliinsaturado DHA (Ácido Docosahexaenoico) apoya al correcto desarrollo neurológico, cognitivo y motor del bebé, y al desarrollo de los fotorreceptores de los ojos(17,18,19). De hecho, la práctica clínica recomienda que las mujeres embarazadas consuman al menos 200 mg de DHA por día(19,20).
En el caso de necesitar mejorar la alimentación con un complemento de omega-3, una de las fuentes más biodisponibles y asimilables que existen es la del aceite de krill extraído en frío. El krill es un pequeño crustáceo que vive en las frías y profundas aguas del Océano Antártico y es una fuente natural de omega-3 (EPA y DHA), fosfolípidos, colina y astaxantina. Los fosfolípidos favorecen que el aceite de krill se incorpore mejor a diversos órganos como el corazón, el cerebro y los ojos, que otras fuentes de omega-3 en forma de triglicéridos. Lo mismo ocurre si se elige un complemento de DHA, tanto su biodisponibilidad como su absorción se van a ver mejoradas si está recubierto por fosfolípidos de krill antártico, en concreto fosfatidilcolina.
Durante la gestación y la lactancia los probióticos siguen siendo importantes, ya que también en esta etapa una alteración de las bacterias beneficiosas puede aumentar el riesgo de contraer infecciones. La administración de probióticos puede reforzar la flora vaginal. Así mismo, estudios realizados en embarazadas sugieren que los probióticos pueden modificar la inflamación de la placenta y la presión arterial, disminuyendo el riesgo de preeclampsia(21), que produce una elevación de la presión arterial a partir de la semana 20 de gestación.
Además, las bacterias beneficiosas de la madre son transferidas al recién nacido. El desarrollo de la microbiota intestinal se inicia en la vida intrauterina a través de la placenta y el líquido amniótico. La colonización masiva ocurre durante el parto y continúa durante la lactancia. Esta colonización inicial es muy importante, ya que sienta las bases para que el recién nacido goce de un buen microbioma toda su vida. También, varias investigaciones han indicado que la suplementación temprana de probióticos podría reducir el impacto del cólico del lactante, así como problemas autoinmunes, alergias o eczemas.
Cuidar la alimentación y tener en cuenta nutrientes que son de gran importancia antes, durante y después de la gestación va a favorecer un buen parto y un crecimiento saludable del bebé, algo que aporta una tranquilidad infinita a los futuros y recientes papás.
(1) Thakur, Littaru et al. Journal of Clinical and Diagnostic Research. 2015 Sep, Vol-9(9): BC01-BC03.
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(3) Xu et al. Reproductive Biology and Endocrinology, 2018. 16: 29.
(4) Takhur. Littaru et al. Ind J Clin Biochem 2015.
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(9) Bano et al. Pak. J. Biochem. Mol. Biol., 2016 49(4): 75-79
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(12) Kim, S. et al. J. Clin. Biochem. Nutr, 2010. 47: 12-17.
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(20) Koletzko et al. J Perinat Med 2008; 36:5–14.
(21) Brantsaeter et. al. American Journal of Epidemiology, 2011. 174(7): 807-815.
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