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Llega el buen tiempo y con él… la astenia primaveral

Llega el buen tiempo y con él… la astenia primaveral

 

Nuestro reloj biológico está programado para funcionar según los estímulos que recibe del exterior. La luz natural es uno de los elementos básicos, y los cambios en las horas en que un individuo disfruta de ella influyen en su salud. De esta manera, en los países con cambios muy marcados entre los periodos largos y cortos de luz, aquellos que geográficamente están más cercanos a los polos, como puede ser Finlandia, la incidencia de alteraciones del estado de ánimo es mayor.

En nuestra latitud, la llegada de la primavera implica una subida de las temperaturas, acompañada de la modificación de la rutina diaria (horarios de sueño y de comidas, aumento del tiempo de ocio, etc.) ya que se amplían las horas de sol. En muchas especies animales y plantas, este incremento está relacionado con un aumento de la vitalidad, necesaria para la reproducción, el acopio de comida, etcétera. De hecho, la luz es un auténtico sincronizador de todos los ciclos que ocurren en nuestro cuerpo.

Cambios fisiológicos en el organismo

Debido a estos cambios de luz, temperatura y rutinas diarias, en nuestro organismo se pueden desencadenar una serie de cambios químicos que afectan fundamentalmente a la glándula pineal, que hacen que se libere serotonina, conocida como la hormona de la felicidad, mientras que se suprime la producción de melatonina, la hormona que controla la duración y el ritmo del sueño, así como la alteración de la secreción de otras hormonas como las endorfinas y el cortisol (hormona del estrés). Tales variaciones hormonales ocasionan una alteración de los ritmos biológicos, que pueden desencadenar una alteración temporal adaptativa conocida como astenia primaveral, que padece más de la mitad de la población al llegar la primavera, y engloba una serie de síntomas:​​​​​​​

  • Cansancio y somnolencia durante el día.
  • Alteraciones del sueño, especialmente dificultad para conciliarlo.
  • Irritabilidad y ansiedad.
  • Problemas de concentración.
  • Falta de motivación.
  • Pérdida del apetito.
  • Cefaleas.
  • Disminución de la lívido.

​​​​​​​A veces, si la combinación de la llegada de la primavera coincide con otras patologías, los síntomas se pueden agravar. La que más, la alergia al polen. Entre un 20% y un 25% de la población sufre rinitis alérgica, según datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). La inflamación que provoca puede ocasionar un malestar general que puede hacer que se duerma mal, que se esté más irritable y, en definitiva, que se sienta más fatiga y desmotivación. Algunas investigaciones apuntan a que la propia reacción alérgica y el proceso inflamatorio que implica podrían incidir al mismo tiempo en la producción de algunos neurotransmisores. Existen algunas hipótesis que indican una relación entre el sistema inmune y la producción de la serotonina.

Acelerar el proceso de adaptación

Si tenemos en cuenta una serie de medidas, podemos minimizar los efectos de la astenia y acelerar el proceso de adaptación del organismo a esta alteración temporal:

  • Adaptarse gradualmente a la nueva rutina diaria, anticipándose al cambio horario y manteniendo las rutinas de sueño.
  • Realizar ejercicio físico moderado que facilite la liberación del estrés y la conciliación del sueño.
  • Cambiar la alimentación a las nuevas necesidades que se generan en el organismo: aumentar el consumo de frutas y verduras frescas y reducir el de alimentos hipercalóricos, así como una correcta hidratación.

En ocasiones, a pesar de cumplir con todos estos requisitos, el organismo no es capaz de adaptarse a esta nueva situación temporal y necesitamos un apoyo extra. En este punto, los extractos de plantas adaptógenas son una opción a tener en cuenta.

¿Qué son los adaptógenos?

Los adaptógenos son sustancias naturales que ayudan al organismo a adaptarse a circunstancias que pueden ocasionarle un estrés, ya sea físico o mental. Sus aplicaciones son múltiples y existen numerosos estudios que avalan el uso de adaptógenos en prevención y recuperación del estrés, así como en estado de fatiga física, cansancio y decaimiento.

El término adaptógeno lo estableció en 1947 el científico ruso N.V. Lazarev, para englobar una serie de plantas que estudió con su equipo. Estas plantas tenían en común que vivieron durante las glaciaciones y se adaptaron incluso a las condiciones de vida más severas y que en las regiones donde crecían eran utilizadas por la población de forma tradicional para “aumentar su fortaleza”. La investigación se prolongó durante los siguientes 45 años destacando en las mismas dos de sus colaboradores, los doctores Brekhman y Dardymov, que definieron las características generales de estas sustancias que pueden resumirse en que son sustancias naturales que tienen la capacidad de normalizar las funciones del cuerpo y ayudarle a adaptarse y superar el estrés, con un efecto general y amplio, y que son sustancias seguras, es decir no tóxicas. Se trata de sustancias que ponen en marcha el sistema de defensa y ayudan al organismo a adaptarse a las situaciones de estrés minimizando su impacto.

Varios estudios farmacológicos y clínicos realizados con sustancias adaptógenas, han demostrado que son capaces de contrarrestar y proteger el organismo en determinadas situaciones de estrés (entendiendo estrés como cualquier cambio que afecte a nuestro sistema neuro-inmuno-endocrino):

  • Ayudan a restaurar y mejorar la energía física y mental.
  • Pueden compensar los efectos de la privación del sueño.
  • Pueden proteger el cerebro y el sistema nervioso, lo que, entre otras cosas, mejora la memoria y la percepción.
  • Ayudan a aliviar la ansiedad y la depresión leve.
  • Permiten protegernos contra ciertos tipos de radicales libres, es decir, actuar como un antioxidante.

Entre las plantas cuyas acciones permiten clasificarlas dentro del grupo de las adaptógenas, las más utilizadas son: la ashwagandha, la esquisandra, la rodiola y el eleuterococo.​​​​​​​

  • La raíces y hojas de ashwagandha (Whitania somnifera L.), también conocida como Cereza de Invierno, se han utilizado desde hace 3000 años como apoyo durante situaciones de estrés agudo. Ayuda a mantener la estabilidad emocional, siendo muy útil en casos de estrés temporal. También contribuye a la sensación de relajación.
  • Las bayas de esquisandra (Schisandra chinensis (Turcz.) Baill.) se utilizan como tónico y reconstituyente. Pueden ayudar a la capacidad de una persona para adaptarse al estrés y contribuyen a la recuperación del bienestar físico y mental.
  • La raíz de rodiola (Rhodiola rosea L.) tiene una historia de uso de miles de años: los antiguos griegos ya utilizaban esta planta, los rusos la administraban a sus atletas y soldados, e incluso los vikingos la utilizaban habitualmente por sus efectos beneficiosos. La rodiola ayuda a adaptarnos al estrés emocional y al esfuerzo físico. También tiene un efecto beneficioso en la fatiga y los dolores de cabeza inducidos por estrés, cuando hay falta de apetito o una disminución del rendimiento en el trabajo. Además, ayuda a mejorar el estado de ánimo.
  • La raíz de Eleuterococo (Eleutherococcus senticosus Maxim.) contribuye a mantener niveles altos de energía física y mental, apoyando las capacidades físicas e intelectuales en caso de agotamiento y cansancio.

Algunos artículos apuntan que los extractos de plantas adaptógenas tienen una acción sinérgica, y las propiedades que tienen sus componentes cuando se combinan entre si es más potente que cada planta por separado. En el caso de los extractos de plantas adaptógenas, se consigue que 1 + 1 no sea 2, sino 3. Además, podemos combinarlos con vitaminas y minerales que completen el estado de salud general del organismo.

Calidad de los extractos

En el mercado podemos encontrar multitud de complementos alimenticios a base de extractos de plantas adaptógenas. Pueden parecer iguales, pero no todos son de la misma calidad ni van a tener los mismos efectos beneficiosos sobre nuestro organismo, igual que ocurre con los alimentos. En el caso de los extractos de plantas, son varios los factores que influyen en la calidad: la materia prima (planta silvestre, cultivo, etc.), recolección de la parte útil que tenga la concentración más elevada de compuestos de interés (hojas, flores, raíces, …), estabilización de la materia primera (secado, congelación, …), extracción y procesado de los compuestos para la obtención del producto final.

En concreto, la dosis de principios activos en los extractos de plantas adaptógenas es de suma importancia ya que, dependiendo de cada extracto, podemos obtener distintos resultados según las dosis utilizadas, incluso obtener efectos indeseados. Por eso, debemos elegir extractos e ingredientes que atiendan a criterios científicos, que cuenten con estudios clínicos propios que confirmen su seguridad y eficacia.

Conclusiones

En definitiva, si al principio de la primavera notas más cansancio de lo habitual, falta de fuerzas para desempeñar las actividades diarias o te cuesta mantener el ritmo de trabajo normal, te encuentras triste o sientes malestar, es probable que esté relacionado con la astenia primaveral, y los extractos de plantas adaptógenas pueden ser un aliado perfecto para acelerar y sobrellevar de forma más eficaz esta alteración estacional. Pero eso sí, si la sensación de cansancio o tristeza persiste en el tiempo, debes consultar al médico, porque podría tratarse de otro problema subyacente que para nada debe confundirse con la astenia primaveral.

 

​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​Paula Saiz​​​​​​​

• Licenciada en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid, especialidad en Biología vegetal.

• Master en Biología Vegetal Aplicada por la Universidad Complutense de Madrid.

• Colaboración en la Unidad de Patología Endotelial del Hospital Ramón y Cajal de Madrid: ensayos clínicos y fitoterapia antiedad.

• Actualmente forma parte del Dpto. Técnico y Documentación y Formación de 100% Natural.

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